viernes, 3 de diciembre de 2010

Recuerdos navideños

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Desde que era niño, la navidad es la época más importante para la familia de Adrián. Hoy día cuando ya tiene 22 años vive cada diciembre y cada reunión como si fuese la primera. “Mis tíos, primos, abuelos y amigos cercanos vienen a mi casa en la Noche Buena y a despedir el año”.

Recuerdo que jugábamos hasta altas horas de la noche, en aquel tiempo todo era más seguro y no había temor de nada. Mis amigos de la urbanización y yo salíamos a lanzar cohetes a escondidas de mi mamá, era Juan el menor de mis tíos quien nos ayudaba y nos defendían ante cualquier regaño.


Cortesía de Google

Para este mes todos estábamos contentos, esperando la llegada de mis primos que para aquel tiempo estudiaban en España. Mis abuelas decían que su más grande deseo era que “todo el año se viviese como un diciembre”, para ellas era una sensación única ver a sus hijos, nietos y demás familiares disfrutando de esos encuentros.

En la cena de Noche Buena no podía faltar el pavo y pernil relleno de nueces, las hallacas de maíz “pilao”, la ensalada de pollo con bastantes trozos de manzana, el pan de jamón y la torta de frutas secas. Aún conservan el gusto y ese toque especial de la comida, pero no toda la familia logra venir a mi casa como años anteriores, si no falta uno falta el otro.

De todo el protocolo “decembrino” recuerdo el arbolito lleno de luces y obsequios para toda la familia, desde que estuve en 5to grado hasta que empecé la Universidad mi mamá conservaba el mismo hasta que papá compró uno mucho más grande.

Cuando me levantaba a revisar mis regalos nunca me cumplían con lo que quería, pero por la inocencia de niño siempre creía en lo que me decían mis padres “el Niño Jesús tiene que llevar regalos a todos los niños de la ciudad y si te trae la lista de regalos que le pides, muchos de tus amiguitos no tendrán juguetes”.

La ilusión que traía sobre el Niño Jesús me la arrebataron a los 10 años cuando le dije a mamá:  “¿Por qué los regalos que pedí en la carta son los mismos que vi ayer en carro de papá”?. La respuesta fue confusa, pero después entendí que eran ellos quienes hacían todo aquello para conservar la tradición.

Para recibir el año la mesa que preparaban con entradas era exagerada, no podían faltar las uvas, las nueces, los dulces, además de la comida. Tenía un fanatismo por los fuegos artificiales, podía pasar toda la madrugada después de recibir el año viendo hacia el cielo y disfrutando de los colores y formas de los  juegos pirotécnicos.

Hoy seguimos reuniéndonos en mi casa, pero han habido cambios en el menú, un año quitan algo y para el próximo lo vuelven a agregar, lo hacen más que todo para variar. Después de grande no recibo tantos regalos, pero no dejan de entregarme algún detalle.

Es impresionante como mis padres aún cuentan con claridad las primeras navidades juntos y luego conmigo. Y por eso siempre les digo que “vivir una navidad es recordar muchas más”.







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